GUADALIX DE LA SIERRA

La mañana empezó fría de verdad, bajo cero, pero bien. 
El perro que nos recibió en el aparcamiento junto al colegio, cariñoso él, debió de calentar su voz y su cuerpo en un pis pas a tenor de los insistentes y estridentes ladridos, no sé lo que habrán pensado los vecinos cercanos que aún andaban entre las sábanas, intuyo que más de uno acuñó para la RAE nuevas blasfemias gracias a él.
Carlos nos mostró su última obra maestra en forma de «sujetacatadióptrico» la cual tuvo un éxito loco entre los presentes. Lo que no sabía antes de empezar su obra ingenieril es que la DGT está pensando en quitar su obligatoriedad 🤣🤣🤣 […]

Buen rollo y animadas conversaciones entre unos y otros a pesar del frío pero la disciplina castrense se impone y Carlos amenaza con irse sólo a Miraflores (son cosas de la Dyson).
Se inicia el deseado pedaleo por fin, el frío también lo estaba pidiendo y después de un par de rampas y unas cuantas piedras, nos centramos en lo apropiado, que es disfrutar de la bici y calentar el cuerpo serrano un poco..  jeje. 
Buenas subidas que no impidieron que las distintas tertulias entre los e-bikers continuaran. Pasamos unos cuantos charcos, subimos unas cuantas piedras y vadeamos no pocos arroyos camino del valle de la Morcuera, donde nace nuestro querido y familiar río Guadalix. En una de las paradas para apertura de cancela, ya alguno aprovechamos para quitarnos una capa de ropa, yo luego me arrepentí un poco al adentrarnos en las sombras tenebrosas del bosque Morcueril, pero bueno…. la vida cicloturista es «asín».
Subida agradable por pista y Antonio, como es habitual en él nos deleitaba mientras con bonitos y animosos cánticos bucólicos y pastoriles, es un fenómeno en esto.
Llegando ya a Miraflowers nos cruzamos con numerosos ciclistas y caminantes con perro y sin él, pero todos felices y contentos por el disfrute del entorno.
Parada en el bar de el Cubano a reponer líquidos y retomar alguna de las conversaciones interrumpidas por el asunto anaeróbico. Solecito rico, refrescos, café y cervezas a tutiplén y enseguida tomamos rumbo hacia la estación ferroviaria fantasma de Miraflores. Por cierto, me llama la atención lo bien conservada que está a pesar de los años de inactividad.
Tramitos trialeros sube que sube, baja que baja, salta una piedra, sortea un arbusto, cuidado con esa rama (esto último es mejor cantado con alguna melodía molona) ¡qué bien nos lo pasamos!
Llegamos a una bifurcación en la que por un lado han de partir los auténticos trialeros y por otro el grupo de ciclistas llamados «de verano azul» ¡Cada uno a lo suyo y a disfrutarlo!
El día ya estaba mucho más templado y luego de un rato de esperar, los «trialoides» se rencontraron con los pupilos de Chanquete y ya todos juntos, en amor y compañía, en armonía perfecta, nos dirigimos hacia el último tramo de la ruta que nos devolvería a nuestro lugar de partida. Un gran día de bici, cómo todos.
Nota: el maldito perro, allí seguía ladrando 🙂

Participantes

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