Crónica de la Cachiporrilla al «cachi porrazo»
El listón estaba muy alto y difícil superar las anteriores rutas, no había otra que literalmente subir más, así que el desnivel previsto por el comandante Gálvez apuntaba a los mil metros.
Y se notó, jóder que sí se notó, teníamos la referencia en las notas del autor de coronar a las 10:45, tal vez por eso y, con la puntualidad acostumbrada (Adolfo, te echamos de menos), el estridente pitido inicial marcó el inicio a las 8:30 hora zulú […]
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Pasamos ampliamente de Canencia ni siquiera un saludo para peluso y preguntarle si, como refleja el escudo del pueblo, los tres canes dan origen al nombre de este bonito pueblo. Las nueve balas seguían disparadas hacia una jornada que prometía: buen tiempo y, alguna que otra, sorpresa.
Al menos tuvimos el detalle de dedicar nuestro homenaje, a modo de instantánea, en uno de los puentes medievales que decoran nuestra ruta, en este caso el puente Canto de fondo se oía «Go-Pro graba vídeo».
Y es que 🎶 «Deivi, no me grabes que hoy he dormido poco y mi cuerpo lo sabe, ya decidí que con estos enchufaos hoy se sale, pero nos falta nuestra motoMari…» 🎶
Dejémonos de música e historia que la Cachiporrilla espera impaciente así que tomamos la delantera los «pericos delgados» (léase quinto y cero -u O-) para animar la subida que, sí se porqué, se me hizo algo durilla en los inicios. A media escalada, yo diría que antes, empezaba a sobrar «todo» tampoco era plan llamar la atención de las mugientes reses que nos recibían como si fuesen los vítores de los aficionados en las cunetas de la subida a los lagos de Enol de antaño. Pero pronto nos dimos cuenta que no era a nosotros a los que vitoreaban, sino al pickup que nos seguía y portaba su desayuno continental.
Las revueltas se repetían y tuvo que ser el amable Juan quien puso su piñón fijo, coronando con puntualidad suizo-germana en el mejor horario previsto por la organización, a una rueda me quedé de hacerle un feo… Enseguida se nos unió en el disfrute de las vistas José Andrés, que con sus últimas participaciones ininterrumpidas, está a punto de relegar a su «cuñao» Miguel Ángel con el título honorífico que los une.
En apenas 10 minutos ya estábamos los ¾ de docena disfrutando de las espectaculares vistas que nos brinda este magnífico enclave situado a 1.620 metros de altitud, el incomparable valle: «Rascafría a un lado, al otro Lozoya y allá a su frente Pinilla, que no Estambul». El disfrute de las vistas nos trajo el esperado retraso que había que contrarrestar con el consabido grito «a todo rabo» que lanzó el responsable de cumplir con los pasos intermedios.
De repente, cuando nos disponíamos a bajar campo a través hacia el embalse de la Pinilla: «Quieto todo el mundo» parecía decir el forestal Tejero cuando se aproximaba desde la lontananza acompañado de sus dos compañeros prismáticos en mano. Y cuando ya los teníamos a pocos metros, volvían a gritar: «bicis al suelo, aléjense de ellas».
Momentos de tensión y desconcierto, seguidos de opiniones respetuosas y argumentos de uno y otro lado, haciendo referencia a «recientes» legales (1989, casi ná) llevaron a concluir que montar en bici está prohibido salvo que se diga lo contrario -que no deja de ser curioso-
Cito: «A nivel regional la norma de referencia en la vertiente madrileña es la Resolución de 27 de julio de 1989, de la Agencia de Medio Ambiente, por la que se regula la circulación y prácticas deportivas, con bicicletas y velocípedos en general, en los montes administrados por la Comunidad de Madrid.
Esta norma establece que “La circulación de bicicletas y velocípedos en los montes administrados por la Comunidad de Madrid, se limitará a las vías de tránsito autorizadas y a las rutas, pistas y áreas específicamente acondicionadas o que se acondicionen para ello mediante la correspondiente señalización” (artículo 1).»
No obstante la negociación quedó en que, ya que no podíamos volar (que es lo que íbamos a hacer si queríamos cumplir con el horario marcado), bajásemos en bici o, mejor, andando, hasta la pista que discurre por el, hoy especialmente bonito, Valle del Lozoya cuyas fotografías ilustran este relato.
Esto ya se está haciendo un poco largo y las 13 horas parecen difíciles de cumplir para estar en el punto de llegada de ésta, una vez más, preciosa ruta de invierno primaveral que venimos disfrutando, con agua por doquier gracias a las últimas y remolonas lluvias.
Tal era la velocidad de crucero que, pusimos a prueba el estado de las pastillas de freno y el resultado fue que algunas, como las de «David GoPro graba vídeo» eran papel de fumar y, por contra, los Pedros tuvimos que demostrar que todavía quedaba «ferodo» a tal extremo que, en mi caso y por no pasar de largo la desviación que lleva al filo del embalse, me permití darme un buen «Cachiporrazo» hincando cadera en tierra, por suerte blanda y sin apenas consecuencias para mi persona e ilesa también salió mi grácil y querida burra.
Sonaban las campanas cuando ya divisábamos Garganta de los montes, que no he mencionado antes, ha sido hoy el lugar elegido para el inicio y el final de nuestra entretenida ruta y, pocos minutos después, culminábamos en tiempo para algunos visitar a Ramona y dar cuenta de sus torreznos… algunos tendremos que volver aunque sólo sea para probarlos y, si es en otra ruta mejor.
No hagan caso al titular que dice: «Aléjense de las bicicletas», y es que «perdónalos porque no saben lo que dicen»
Pedro (27 1 24)
Participantes:
1. ANTONIO |
4. QUIQUE |
7. JUAN F |
2. CARLOS |
5. PEDRO V |
8. JOSÉ ANDRÉS |
3. MIGUEL A |
6. DAVID |
9. PEDRO |